lunes, 23 de diciembre de 2024

No es bonito ser pobre

Parece que algunos medios se han tomado muy en serio su función de convencernos de que seremos muy felices cuando no tengamos nada. Que el empobrecimiento es cool, que la miseria mola, la indigencia es trendy. 
 
A poca atención que preste uno a la prensa diaria observará que arrecian en ciertos medios los artículos en los que se loan las bondades de renunciar a todo: no tener casa, no tener coche, no tener hijos, no viajar, no salir, no comprar… Todo ello apuntalado por sofisticadísimos argumentos que enarbolan los motivos más loables, desde la responsabilidad y la solidaridad a la sostenibilidad, sin olvidar la conciencia social y ecológica e, incluso, la perspectiva de género y el veganismo.
 
La crítica feroz al capitalismo como culpable de todo mal en nuestra sociedad se añade también a esa agenda y son precisamente las élites del sistema económico las que parecen más empeñadas en cambiar y condicionar nuestros hábitos y nuestros deseos para ajustarnos a los suyos. 
Y si el cumplimiento de su agenda necesita de nuestro empobrecimiento, pues lo harán. Pero convenciéndonos de que somos nosotros los que hemos decidido hacerlo libremente y que, además, nos va a gustar y es por nuestro propio bien. 
 
Utilizando su propio lenguaje, podríamos decir que lo que están haciendo es blanqueando la pobreza. Solo habría que echar un vistazo rápido un día cualquiera a los diarios para sacar nuestras propias conclusiones:
 
El coliving es cool
 
Ya no se comparte apartamento porque los sueldos son precarios, los alquileres desorbitados y no queda más remedio si uno quiere dormir a cubierto. Ahora es porque se crean sinergias y se tejen redes de contactos entre residentes. Es una cosa moderna para gente emprendedora, resiliente y creativa que va del coliving al coworking y vuelta. Y no necesita nada porque lo tiene todo.
 
El friganismo no es miseria
 
Es una nueva tendencia sostenible que consiste en coger comida de los contenedores. Rebuscar dentro de la basura ya no es hurgar en los desperdicios, es hacer dumpster diving. Y no eres pobre, eres un tipo concienciado y éticamente admirable que ha dejado de formar parte de un cruel sistema capitalista que pretende que intercambies dinero por alimentos.
 
No debemos tener hijos, ni coche, ni viajar en avión, ni comer carne
 
El planeta está malito. Hay que reducir emisiones y las cuatro maneras más eficaces de hacerlo son estas: debemos dejar de consumir carne y hacernos veganos, renunciar al transporte privado y no utilizar el coche para nuestros desplazamientos, evitar viajar en avión y dejar de tener hijos (emiten demasiada polución climática y eso es un desastre. Ser padre es una irresponsabilidad y nada ecosostenible). Vivir nos está matando.
 
Hay que comer bichos
 
No es una cochinada, ni porque no haya otra cosa que llevarse a la boca. Es porque gusta y porque es saludable. Tienen proteínas, aminoácidos de esos y nutrientes. Además son ecológicos y sostenibles. Todo son ventajas. Y no se les considera carne. 
 

Reutilizar la ropa ya no es necesidad ni capricho, ahora es tendencia y respuesta ética a una problemática insostenible de sobreproducción. No es necesidad económica, es estrategia estética de la mano de la conciencia social. Rescatar semillas de la basura orgánica y plantar tu propia, qué sé yo, escarola o cebolla, ya no es ahorrar o hacer tus pinitos en la horticultura: es evitar los canales de comercialización poco sostenibles.
No salir los fines de semana (nesting) reduce la ansiedad. Tender al aire libre (sundrying) reduce las emisiones, hacer la colada fuera de casa es concienciado y moderno, ducharse juntos ahorra agua, calentar la casa sin calefacción con trucos caseros es ecosostenible, si encadenas contratos basura uno detrás de otro eres un job hopper con mini jobs y no un pringado… 
 
Podríamos seguir, pero como ejemplo es  suficiente.
 
Puede usted abrir la prensa diaria y encontrar uno o varios de estos artículos y hacer su propia selección de entre aquellos que se dedican, en realidad, a disfrazar las dificultades económicas y vitales y presentarlos como moda y tendencia. 
 
Problemas reales tratados de manera superficial y frívola presentados como estrategias éticas u opciones estéticas, como una filosofía de vida moralmente admirable y a imitar: son ricos en valores éticos, luego ser pobres no está tan mal. Se glorifica la pobreza y el salario es emocional. ¿Qué podría salir mal? 
 
 
– Rachel Thompson, "No es bonito ser pobre", 2130.