Una
 tendencia se ha puesto de moda en la matriz: se avisa de los 
avistamientos de cosas en buen estado vistas en contenedores y calles 
para que quien las quiera pueda llevárselas a casa. 
¿Te
 llevarías a casa un mueble que alguien ha dejado en el contenedor de la
 basura y que todavía está en el suficiente buen estado como para 
recibir un nuevo uso? Claro que sí. 
Un
 escritorio en el sur de Manhattan, una mesa de billar, un ahumador 
eléctrico para carne en Brooklyn y hasta una moto de agua en El Bronx: 
los objetos que la gente deja en las calles de Nueva York son de lo más 
diverso, y su recolección y reciclaje tiene un nombre: «stooping», que 
viene de «stoop» (agacharse).
Estas oportunidades son la base de un movimiento, nacido al calor de las redes sociales. Se llama stooping y consiste en justamente eso, aprovechar aquello que alguien ya no necesita. 
Alguien
 ve algo usable, y avisa en sus redes sociales en nodos dedicados al 
stooping (el stooping va por ciudades) y sube una foto alertando de 
dónde está. Quien lo quiera solo tiene que pasarse por allí y cogerlo.
«Cuando
 iba al boulevard y pasaba por esas calles de allí siempre encontraba 
algo: una maleta, una silla, un sofá, movidas. Muy loco, y me tocaba los
 ovarios no poder llevarmelos, aunque sí pude pillar algunas cosas, como
 un par de sillas guapas», señala una stooper que encontramos de patrulla por la zona. 
Las redes sociales le descubrieron un potencial mundo, el de publicar imágenes de avistamientos en contenedores y calles para recogerlo quien lo necesitase.
«La
 idea es punk, sabes. Un grupo de chumbas organizados para pillar gangas
 que tiran los de clase media. Aprovechamos las cosas que todavía están 
bien, nos ahorramos bityens. Yo antes tenía una mesa que me servía, 
pero era una caja de un trídeo dada la vuelta, y estando atenta pillé 
una mesita chula».
Cualquier ciudad con un tamaño mínimo tiene un nodo en el que se coordinan stoopers buscando tesoros abandonados.  
«Yo
 ahora soy la puta ama. Controlo todo lo que se tira y lo anunció de 
rally. Pero solo anuncio cosas chulas. Un colchón cagao te lo anuncio 
por que lo lavas, le metes una funda y te sirve de puta madre, pero yo 
no soy como otras que te suben una silla con una pata rota porque luego 
aunque tengas la pata y la pegues eso queda mal, eso es kippel», asegura. «A mi me conoce todo el barrio. Si yo ahora te anuncio que tiran algo, dentro de una hora te lo han rapiñao de fijo»
En muchos países ya existe una cultura de dejar las cosas que no se usan para que otros las recojan. En esos países aparecieron los primeros nodos exitosos de stooping (New York o Toronto quizás los primeros).
¿Quiénes
 son más receptivos a esta idea? Naturalmente sin techo, pisos de 
okupas, pero también gente de estilo de vida medio. Cualquiera no lo 
suficientemente adinerado como para  necesitar ahorrar, pero con 
capacidad económica para tener una conexión a la red. 
Una proclama política
Aunque tenga un nombre llamativo, el stooping no es más que una vertiente más de una nueva manera de enfrentarse a las cosas. Es decir, para reducir la huella ambiental y para que el consumo no lastre —más— al planeta, se aprovecha lo que ya existe. Se reutiliza.
«Cuando veo un mueble en buen estado en la basura, lo primero que pienso es que podría ser útil para alguien más y que es una pena que vaya a parar a un contenedor o vertedero, cuando podría seguir cumpliendo perfectamente su función», nos explica otro stooper. Esa preocupación es la que tienen los participantes del stooping.
No, no glamuriza la pobreza 
Cada
 vez que una de estas prácticas que implican usar lo que para otros eran
 deshechos se hace popular emerge el mismo debate ya superado. ¿Es esta 
una vía para reducir el consumo o se está simplemente glamurizando la 
pobreza y el no poder pagar cosas que necesitas?
El administrador de StoppingMadrid es claro: «No. Porsupuesto que el stooping no glamuriza la pobreza. Decir eso es ignorancia en cuanto a lo que se refiere a la economía circular», responde.
«No
 necesariamente recuperar un mueble significa que no se tiene dinero 
para comprar otro, y si no se tiene, ¿qué pasa? Pues sí eres pobre eres 
pobre, no pasa nada», reflexiona. «Lo que no deberíamos glamurizar, opino, es por ejemplo ser puta de lujo con la empresa esa que no voy a decir el nombre o pirata, como si asaltar nodos no fuese ser delincuente. Y de esa glamurización no se habla»
Si
 StoopingMadrid puede servir como muestra desde la que entender qué 
ocurre, el impacto de la práctica es ya bastante transversal. Su 
administrador asegura que ya hay «gente de todas las edades» que manda fotos y sigue los avistamientos. La respuesta de la comunidad ha sido, además, muy positiva. «Yo solo la administro, el verdadero trabajo lo hace la comunidad al otro lado», indica. «El boca a boca también ayudó mucho a que el nodo se hiciera popular y el interés haya crecido enormemente», asegura. 
Preguntado por si StoopingMadrid obtiene beneficios de centralizar a los stoopers de la capital, el admin se moja «Solo
 de la publicidad, para evitar pagar costes de mi bolsillo. Nosotros 
somos un nodo honrado, no queremos esa clase de usuarios que dan mala 
imagen al stooping, pero hay usuarios que recogen gangas solo para 
venderlas luego y sacarse unos bityens. En Madrid lo que tenemos es un 
problema con los gitanos, que se han organizado por familias y zonas y 
dan problemas para recoger cosas a veces. Muchas cosas que se tiran 
acaban vendidas por los gitanos en sus mercadillos. El stooping ha sido declarado ilegal en Madrid y muchas ciudades, la policía no se encarga realmente de ello pero lo tienen prohibido, disfrutan viendo pobres supongo»
No dudes en buscar la comunidad de Stooping de tu ciudad ¡Si no hay una puedes crearla tú mismo! 
Cada
 día  centenares de personas de tu ciudad buscan entre las cosas que 
otros desechan, pero solo los mas atentos cogen las mejores gangas. 
¡Organízate y aprovecha todo lo que tu ciudad puede darte!
