viernes, 10 de enero de 2025

Estilismo

Ya hablamos de la moda del pixelfacing, pero más allá de eso, varios estilismos se dan a la vez.

Kistch: «Estilo sobre sustancia«

Lo primero que nos viene a la mente cuando pensamos en algo futurista urbano es este estilo: Ropa de colores brillantes, maquillaje extremo, implantes cibernéticos llamativos y cortes de pelo atrevidos.

 

El kistch representa a la clase media/baja de la sociedad futurista. Suele ser el más común porque la mayoría de protagonistas de las historias ciberpunk pertenecen a esta clase, aunque siempre se intenta que no sean demasiado estridentes. Se suele decir que el lema del ciberpunk es «high tech, low life» (alta tecnología, vida baja) y los personajes pertenecientes a este estilo son un buen resumen de ese concepto: La mayoría tienen poco dinero, el suficiente como para subsistir e ir tirando, pero al mismo tiempo tienen una apariencia llamativa que pueda destacar. Al vivir en un ciudades masivas superpobladas el hecho de tener estilo es un signo de estar por encima del resto, y si estás por encima de otros tienes más posibilidades de vivir mejor.
 
Abundan los implantes cibernéticos, muchos por simple cuestión estética, y la adicción a drogas sintéticas duras en el punto crítico entre diversión y modo de supervivencia: Recordemos que el ciberpunk es un género en el que básicamente retrata lo que pasará en el futuro si todo va muy mal, así que es normal que la mayoría de personajes sufran de traumas o depresión entre otros trastornos psicológicos en menor o mayor medida y necesiten vías de escape. 
 
Podemos ver este estilo en casi todas las obras que traten el ciberpunk y sobretodo si toman referentes de la época entre 1980 y 2000. Encontraremos ejemplos fácilmente en muchas obras de ciencia-ficción futurista como Blade Runner, Ghost In the Shell o Johnny Mnemonic.

Entropismo: «Necesidad sobre estilo«

Si tomamos el kistch como eje central de la sociedad ciberpunk, un escalón más abajo encontramos el entropismo: un estilo más funcional que estético que define a los que tienen menos recursos y usan la tecnología para poder subsistir como buenamente pueden (o incluso llegan a oponerse a ella).

 

Aquí podemos encontrar un estilo donde la pobreza impide todo lo que el kistch intentaba imponer: una economía por los suelos fuerza a que los personajes usen ropas desgatadas y posiblemente heredadas, deformaciones corporales, implantes que cumplen con funciones ortopédicas y todo tipo de cacharros oxidados que necesitan de un mamporro en el sitio adecuado para que funcionen como es debido. 
De este estilo podemos encontrar trazas en varias obras de ciencia-ficción: Usualmente suele estar representado por la población que vive precariamente en los suburbios de las grandes metrópolis, muchas veces reprimidos por un poder mayor o incluso oponiéndose a la autoridad formando un ejército en las sombras.

Es un estilo que suele tener referentes en obras que aparecieron entre los 70 y 80, cuando los aparatos electrónicos aún eran algo toscos, poco ergonómicos y había que hacer verdaderas chapuzas para arreglarlos. De ahí que también quede en constancia en sagas de películas como Regreso Al Futuro o Star Wars: El DeLorean era un artilugio milagroso capaz de viajar en el tiempo pero no dejaba de ser un trasto, con cables por fuera pegados con adhesivo barato, que un viejo había creado en un garaje, y por lo mismo podemos meter dentro a la Alianza Rebelde y al Halcón Milenario con tripulación incluida (Curiosamente en ambas sagas se le da una sarta de tortazos al vehículo en cuestión para que vuelva a funcionar). Películas con esta estética son también Desafío Total (1990), o Ready Player One.

No hay hay que confundir este estilo con la ciencia-ficción post-apocalíptica aunque pueda parecer cercano.

Neomilitarismo: «Sustancia sobre estilo«

Las historias cyberpunk suelen ser sobretodo de luchas de poder: Las clases altas de las corporaciones, que con el paso de los años han llegado a tener mucha más fuerza que la de los gobiernos, forman sus propias filas armadas con el fin de ampliar su dominio.


El neomilitarismo destaca por ser frío, funcional y aséptico: Si hubiera una forma de definir la psicología que resume este estilo sería la cuchilla de un bisturí. Este estilo artístico busca ante todo demostrar poder y eficiencia: Es el imperio del negro, blanco, acero y cristal con alguna gota de color básico que tenga que ver con la función de quien lo viste más que su estética. Cortes de pelo de estilo militar y de colores homogéneos. El diseño de los objetos buscan la mínima expresión en sus formas.

Los personajes de este estilo conforman dos clases sociales dentro del mismo: La clase baja, compuesta básicamente por soldados, policías y otros miembros encargados de establecer seguridad aunque son considerados como carne de cañón. Estos visten con ropas y armamento militar la gran mayoría del tiempo porque viven por y para la autoridad a la que pertenecen. Los implantes y otras modificaciones corporales (incluyendo la clonación completa y a veces de forma masiva) son exclusivamente para ser más eficientes en sus respectivas tareas y muchos de ellos atienden por un número en lugar de un nombre propio, aparte de tener la mayoría de las veces un casco o máscara que los deshumaniza aún más.

Por otro lado tenemos a una clase media-alta formada por una elite de agentes especiales y jefes de corporaciones. Ellos son las caras públicas y manos ejecutoras de las operaciones aunque no se manchen las manos. Su estilo es de una elegancia simple pero dejando entrever que también es letal.

Podemos encontrar puntos del neomilitarismo en muchas de las obras de ciencia-ficción donde haya personajes que ostenten un gran poder, por esa razón suelen ser los antagonistas de las historias (Elisyum, Blade Runner 2049, Equilibrium).

Neokistch: «Estilo y sustancia«

El estilo de las clases más altas: Despilfarro, famoseo y ostentación al máximo nivel. Si tienes dinero y poder puedes permitirte ser más brillante que una supernova.

 

El neokistch es primo hermano del primer estilo comentado y comparte con este el gusto por la apariencia antes que cualquier otra cosa. La diferencia está en que mientras el kitsch es más bien algo vistoso pero asequible, el neo-kistch se dirige a los extremos de lo más caro y elitista posible. En un mundo sintético que ha desintegrado los recursos naturales, mostrar pieles, marfil o piezas de madera auténtica es un lujo que solo se pueden permitir muy pocos. También existen las modificaciones corporales pero estas son puramente estéticas o rejuvenecedoras.

Gran parte de esta clase social son CEOs de corporaciones que se han aburrido de los trajes y la reuniones de trabajo o celebridades con mucho dinero y demasiado tiempo libre. Para ellos todo aquel que esté por debajo de su estatus social no existe, es mera mercancía o merece un total desprecio (aunque de cara al público todo siempre sean sonrisas). Las clases inferiores a veces sufren de ser los títeres de sus entretenimientos, muchas veces crueles.

En las diferentes obras (El quinto elemento, Los juegos del hambre; en llamas) podemos encontrar todo tipo de personalidades que concuerdan con este estilo: algunas más malvadas y otras más benévolas pero la mayoría no son muy conscientes de lo dura que es la vida unos cuantos escalones más abajo.

 

 Fuente: El turista cósmico