domingo, 6 de septiembre de 2020

Ferdok - Explanada de Hesinde

 

Ferdok tiene dos puertas al sur. La puerta grande del sur, y la puerta pequeña del sur.

El viajero que entre por la puerta pequeña del sur encontrará a su derecha un molino de rio, enfrente un viejo puente de madera que cruza sobre el riachuelo del cangrejo, y a su derecha, un gran solar descampado y sin empedrar. 

Al Oeste al final de esta explanada se encuentra el templo de Hesinde. 















En esta explanada se realizan las fiestas populares. A comienzos del año, el decimosexto día de Praios, y durante una semana, acontecen las fiestas de Ferdok, se montan tenderetes a ambos lados de la explanada y en dos filas mas en el centro, una a espaldas de la otra, formando en la explanada dos pasillos cada uno con tenderetes a ambos lados e incluso un escenario y bancos para actuaciones. 

Unos días antes, los propietarios de los puestos los montan ellos mismos o con ayuda para que estén listos el día de la inauguración. Reciben las bebidas que han comprado para servir, o traen la que ellos mismos produzcan, y lo dejan todo listo, incluyendo antorchas de pie listas para cuando caiga la noche.
Está prohibido comenzar a vender antes de que el Duque Growin inaugure las fiestas, lo que suele hacer desde el balcón de la residencia Ducal, para bajar con su séquito hasta la explanada para soltar otro pregón, comenzando entonces los puestos a servir.
En los último años, el Duque ha bajado consigo un carro con barriles para servir un trago gratis a cualquier que se lo tome a su salud, lo que parece que se ha convertido en una nueva tradición.

Los tenderetes los monta cualquier plebeyo considerado honrado dispuesto a pagar la licencia y trabajar tras la barra para recaudar dineros, desde taberneros que dejan su barra en buenas manos y abren temporalmente un nuevo negocio aquí, a grupos de vecinos que buscan recaudar dinero para obras que la ciudad no costea, gremios de artesanos, casas comerciales, o incluso la fábrica de cerveza.
También la propia ciudad monta algunos puestos (sin pagar licencia, para el descontento de algunos) como el de la guardia de la ciudad (preocupados de mantener su imagen tras la barra de su puesto aunque no estén de servicio), o el de la biblioteca, no suelen montar más.

La explanada se llena de gente consumiendo cerveza de un puesto a otro a precios regulados para ser económicos mientras los artistas realizan sus números entre el tumulto, en los lugares que la ciudad les autoriza. La guardia vigila para que los rateros no tengan demasiadas oportunidades.
Como en cualquier fiesta local, la gente baila, canta, bebe, come, y se ensalza el ser Ferdokés y la historia de la ciudad.
Cuando cae la noche, la mayoría de Ferdokeses se han retirado, pero las antorchas se encienden para dar luz y la fiesta continua hasta altas horas, a medida que los puestos cierran, hasta que finalmente el último que lo desee cierra, a una hora regulada cuando Mada todavía es visible y quedan horas hasta que vuelva el ojo de Praios. Los Ferdokeses que todavía resisten (probablemente ebrios) se retiran a sus hogares para repetirse el ciclo al día siguiente según sus labores se lo permitan (solo el 16 de Praios es festivo a efectos laborales).
Ciertamente trabajar en estos puestos requiere unas cuantas personas que puedan rotarse para mantener el puesto atendido sin extenuarse en esta larga semana.

Toda la ciudad vive la fiesta, desde el barrio de los carreteros hasta la ciudad Ducal, y se pueden encontrar pequeños actos en cualquier lado de al ciudad, pero sin duda es en esta explanada donde está su alma.  

En el pasado, esta explanada tuvo sus días de mayor gloria cuando el oráculo de Umbracor convocaba las Cruzadas del Dragón. No eran días festivos, si no religiosos, y los puestos que aparecían eran muchos menos, dejando el protagonismo al templo de Hesinde. 





























La explanada se llenaba de curiosos ocasionales, Ferdokeses pasando sus ratos libres, y los auténticos interesados cerca del templo atentos para entrar si el oráculo hablaba. Los juglares sacaban a relucir su oratoria relatando las historias de otras Cruzadas. Los aventureros eran observados con interés cuando entraban al templo a probar suerte esperando una prueba del oráculo para ver si entre ellos se encontraba el campeón de la cruzada, y a veces salieron entre aplausos cuando abandonaban el templo rumbo a la aventura tras escuchar al oráculo.

Con frecuencia se juntaban durante varios días grupos de aventureros acampados en la explanada esperando a que el oráculo hablase. 

Entre 948 CB y 1030 CB el templo fueron ruinas incendiadas. Entre 1030 CB y 1032 CB estuvo en obras, inaugurándose a tiempo para la décima Cruzada del Dragón. 

Con el fin de las cruzadas en 1032 CB, esto ya no sucede, y la explanada de Hesinde ya solo es famosa como reciento ferial para las fiestas de la ciudad y algún otro evento multitudinario de menos calado. Nunca tantos aventureros volverán a venira Ferdok buscando el favor de Phex.