sábado, 30 de noviembre de 2024

Brave New World - Guerra sostenible

Es bien sabido que una guerra puede tener algunas ventajas económicas, como:

Aumento del gasto público: Durante una guerra, el gobierno tiende a gastar grandes cantidades de dinero en armamento, equipo militar y otros suministros necesarios. Este gasto puede estimular la economía local, creando empleo y aumentando el poder adquisitivo.

Aceleración del crecimiento económico: La producción de bienes y servicios relacionados con la guerra puede contribuir al crecimiento económico. Por ejemplo, las empresas que fabrican armas pueden experimentar un aumento de la demanda y, por lo tanto, aumentar su producción, lo que puede impulsar la economía en general.

Estímulo para la innovación: Las guerras suelen requerir tecnologías avanzadas y nuevas formas de abordar los problemas. Como resultado, las innovaciones que surgen durante una guerra pueden ser beneficiosas para la economía a largo plazo, ya que a menudo se transfieren a otros sectores.


Además, para un hombre de negocios decidido, aparecen otras ventajas menos obvias; 

Costes financieros y deuda pública: Como se mencionó anteriormente, el gasto público durante una guerra puede impulsar la economía, pero a menudo tiene un costo elevado que puede aumentar la deuda pública. En algunos casos, el costo de financiar una guerra puede dejar a un país receptivo ante préstamos que arrojen a largo plazo beneficio, o privatización de los bienes del estado en caso de impago

Escasez de recursos: La guerra puede desviar recursos valiosos de la economía, como la mano de obra, el capital y la tecnología, hacia la producción de armamento y suministros militares, lo que puede generar una escasez de estos recursos en otros sectores. Esto puede representar la oportunidad de aumentar márgenes de beneficio al existir precios elevados.

El problema de una economía de guerra viene dado como cualquiera puede ver por lo impredecible de las reacciones que genera y la destrucción de mercados una vez crece más allá de un punto. 
Si la guerra pudiese acotarse a unas normas que cumplir -que realmente cumplir- con unas capacidades de contraataque previamente negociadas, y garantizando que no habrá más destrucción que la autorizada, la guerra -este modelo de guerra sostenible- aparece como un impulsor único de los beneficios que, como el viejo descubrimiento del barbecho a finales de la Edad Media, permitiría ir movimiento los conflictos sostenibles de un lugar a otro, dejando reposar unas regiones cuando sea necesario y llevando otras a la guerra según las oportunidades de los mercados. 

La forma de hacer una guerra sostenible es diseñarla de mutuo acuerdo entre las partes para restringirla a conflictos limitados que no impliquen una destrucción masiva o una pérdida de vidas humanas a gran escala. 
Esto podría lograrse mediante la utilización de tecnologías avanzadas y estrategias militares sofisticadas que minimicen el impacto negativo de la guerra, y los beneficios de una guerra así resultan evidentes. 


En primer lugar, la producción de armamento podría ser una fuente importante de empleo y generación de riqueza durante una guerra diseñada para promover la economía, con un efecto positivo en la economía de un país. 
Las empresas que producen armamento y suministros militares podrían tener un papel clave en la economía de un país en guerra.
Además, en el contexto de una guerra sostenible, la producción de armamento podría ser limitada y controlada para minimizar los daños humanos y económicos. 

En segundo lugar, la reconstrucción después del conflicto armado podría ser una oportunidad para generar empleo y estimular la economía de un país. 
La inversión necesaria para la reconstrucción podría ser utilizada para modernizar la infraestructura y mejorar las condiciones económicas y sociales del país.

En tercer lugar, la guerra sostenible podría estimular el desarrollo de tecnologías limpias, ya que la producción de armamento podría estar limitada a tecnologías que minimicen su impacto ambiental. 
La inversión necesaria para desarrollar estas tecnologías podría tener un efecto positivo en la economía a largo plazo y en el medio ambiente.
 
— El caso de Alaska, Narayan Pavlik, 2094