viernes, 11 de octubre de 2024

La nueva iglesia de Borbarad


Los próximos ocho días, Cairon conoce a los más leales a Calandra. Seghal es su cabeza, y es un erudito muy involucrado en la nueva Iglesia

Por las mañanas, algunos sabios aconsejan a Calandra sobre los sacramentos que debieran regir en la nueva Iglesia, decidiendo cuales tendrían su razón en la nueva iglesia, y bajo qué argumentaciones. 
Hay debates filosóficos entre fieles dogmáticos y fieles visionarios, pero cada mañana se consensúa uno de los sacramentos. Seghal es el encargado de recoger estos debates y registrar los sacramentos de la nueva Iglesia (el que será llamado "Catecismo de Seghal"); 

- Sacramento del Matrimonio: Como quiera que el intelecto nos hace libres, y que el amor no es nada fuera de los pensamientos de uno, la nueva Iglesia no reconoce el sacramento del matrimonio. Queda en los corazones de los fieles y en las leyes civiles —para quienes quieran someterse a ellas— reglar sus asuntos maritales, que son indiferentes a ojos de la Iglesia. 
 
 - Sacramento de la Iniciación: La nueva iglesia rechaza todo rito de paso que marque la conversión en mago de sangre, o cualquier otra transición personal, ya que la voluntad de progresar no conoce fin del camino, ni existe estado que por si mismo amerite autoridad.

- Sacramento del Bautizo: Como expresión de unión y compromiso con la nueva Iglesia, el sacramento del bautizo marcará la pertenencia a la Iglesia. Deberá ser realizado por quien los círculos Borbaradianos consideren adulto, y participando libremente, pues igual que el intelecto nos hace libres, nos permite comprometernos en asuntos de la Iglesia. Se reconoce así el bautizo por encima de matrimonios e iniciaciones.

No sin debate, se acuerda que la apostasía se concederá únicamente tras verter tanta sangre para abandonar la Iglesia, como se haya vertido siendo parte de ella, o hayan vertido por tí, para reflejar que lo recibido de Borbarad y la nueva Iglesia queda saldada. Se acuerda desarrollar la apostasía más a detalle para permitir la salida de la Iglesia respetando la misma libertad con la que se permitió el bautizo. 

- Sacramento de la Ordenación: Tan de interés para la Iglesia como el bautizo es la ordenación de sus sacerdotes (que no benditos), respetando el sacramento de la Ordenación para convertir a una persona en guía en los caminos de Borbarad. 
Los sacerdotes de la Iglesia deberán ser filósofos y magos de sangre, pero se abstendrán de la demonología. Los sacerdotes habrán de enfocarse en el culto a Borbarad como Alveranio de la voluntad y el conocimiento oculto, huyendo del culto al Innombrable. —Aunque las iglesias de Phex, Hesinde y Nandus en 1022 BC proclamaron que nunca fue tal—.

Se acuerda tener un debate mayor sobre los ritos Borbaradianos, pero se declara sacrilegio la demonología —contraria a las almas libres y condenada por la Iglesia—, y sagrada la estrella de Borbarad, en la que el maestro yace retirado tras su expulsión del mundo. 
Se acuerda que no habrá censura sobre ninguna otra práctica ni moral respetando la soberana libertad y que se trabajará en obtener liturgias benditas sin recurrir a los 12 Dioses que prueben la divinidad de Borbarad.
 
- Sacramento de la Confesión:  Como quiera que nos guía la razón y somos dueños de nuestros actos, la nueva Iglesia no reconoce el sacramento de la confesión. Queda en el intelecto de los fieles la privacidad de sus pensamientos y como quiera anunciar sus pecados para ser juzgado por ellos por la Iglesia, que igualmente podrá juzgarlo por ellos indiferente a que los reconozca. 
Como somos dueños de nuestros actos y nos gobierna la razón, la Iglesia tampoco reconoce perdón —ni su necesidad— más allá de la confianza que uno logré restaurar para sí.

- Sacramento de la Sangre: El más polémico con diferencia. La nueva Iglesia reconoce sagrada la sangre, como símbolo de sacrificio y voluntad, además de por su valor práctico para la magia de sangre —segundo pilar de la Iglesia tras Borbarad—.
Sinembargo, a veces los rituales requieren una cantidad de sangre molesta de conseguir. Aunque no sirva para la magia, para los dogmas de fé el vino de vid negra se acepta en la nueva Iglesia con polémica como sustituto de la sangre.


Cairon ve que Calandra ha dejado rastro en algunas personas, que la tienen como una líder histórica.

 
Mientras por la mañana Calandra se reúne con sus sabios y debaten su catecismo, Cairon y otros fieles están atentos a sospechas por el templo y a qué no se descubra a los disidentes.
Por las tardes, Calandra y Cairon se entregan el uno al otro disfrutando de su reencuentro.


Al noveno día, los leales a Azaril empiezan una revuelta habiendo descubierto a los disidentes. Las primeras ejecuciones son por sorpresa pero rápidamente se convierten en una revuelta en el monasterio.


Durante la batalla, en una discusión estratégica, Calandra siente impulsos de matar a Cairon, pero si amor por él más fuerte.
Los leales a Calandra consiguen tomar el control del monasterio. Cairon es vital en la victoria. 
 
En el exterior han llegado Borbaradianos con Azaril. Liberan a Calanor del calabozo, y Cairon destruye los sellos de Azaril poniendo fin a la compulsión de la que el medallón de Ghamat le protegía. 
 
Los fieles a Azaril logran asaltar el monasterio. La batalla es sangrienta. Seghal ofrece a Calandra el secreto para despetrificar a un grupo de Achazes petrificados y hechizados que podrían luchar a su favor a cambio de que asesine a Calanor. Calandra le pide a Cairon que lo entienda pues la situación es desventajosa, y convenciendole, le apuñala el cuello para una muerte rápida. 
Acuden a despetrificar a los Achazes y se lanzan con ellos a la batalla. 
 

El don de Cairon se desata y corre a la lucha enfurecido. La batalla es cruenta pero logra encauzarse. Cairon y Calandra se enfrentan a Azaril y sus siervos y logran derrotarla mostrando Cairon como su don ha crecido. 
 
Cairon se dispone a decapitarla pero Calandra le detiene para humillarla y proclamar su victoria. Anuncia orgullosa su nueva Iglesia y su plan de utilizar un portal a la esfera de los demonios y dar muerte a Zulgaroth. Cairon está sorprendido y la pide que recapacite. Azaril avisa que Zulgaroth la estará esperando y que solo el Primer Paladín podría derrotarlo, pero Calandra abre un portal y lo atraviesa. Cairon se lanza tras ella para seguirla pero Calandra cierra el portal dejando a Cairon en el monasterio. Azaril desaparece en el instante de distracción y Cairon la da por huida desinteresandose.