sábado, 28 de marzo de 2020

De gigantes y dioses

Josema Romeo es uno de los participantes mas activos de la comunidad de Mewe. En la sección de trasfondo, de vez en cuando suele lanzarnos alguna joyita. En sus propias palabras, cuando encuentra algo interesante en antiguos manuales o la wiki alemana, analiza si es material que va a salir en el Almanaque, y si no, lo traduce.

Con su beneplácito, os iré dejando cosas por aquí.

“Al principio, sólo existía Los, el Dios Todopoderoso, solo en el infinito. Disfrutaba de su existencia solitaria, y se sintió sumamente perturbado al darse cuenta de que de repente no estaba solo. Su pacífica existencia fue alterada por Sumu, la primera gigante, que nació de los pensamientos recogidos de Los.

El Dios Todopoderoso estaba muy enfadado por la aparición de Sumu. Se dejó llevar por su ira y su cólera y atacó a Sumu, esperando deshacerse de ella. Sumu se defendió, pero no pudo soportar el golpe del Todopoderoso Dios y cayó al suelo muerta.
Los no escapó ileso; gotas de su divina sangre también cayeron al suelo, convirtiéndose en las deidades. Al ver su propia sangre, recuperó la razón. Miró el cadáver de Sumu y sintió pesar, llorando lágrimas divinas. Incluso los dioses no siempre pueden deshacer sus actos, y por ello Los se quedó llorando la muerte de la primera gigante. Sus lágrimas cayeron sobre el cadáver de Sumu, que se convirtió en el mundo de Dere. De la unión de sus lágrimas y la carne de ella salieron los humanos y todos los demás seres vivos, mientras que el pelo de su cuerpo formó todas las plantas del mundo.
Durante su lucha contra la muerte, Sumu dio a luz a los gigantes. Eran tan poderosos como los propios dioses, hechos de la sangre mezclada de Los y Sumu. Nada más llegar, crearon los Doce Grandes Dragones […]. Sin embargo, después de nacer, descubrieron que su derecho de nacimiento, la Creación nacida de la misma carne de su madre, ya había sido dividida entre los hijos de Los, sin que les quedara nada.

Enojados por el egoísmo de sus medio hermanos, los gigantes Ingerimm, Efferd, Firun y Peraine atacaron la fortaleza divina de Alvera. Sus hermanas gigantes, todas enormes y poderosas (sus nombres ya han sido olvidados) les siguieron. Sólo una gigante llamada Tsa no quiso participar en la lucha, […], la gigantesca Kauca (un temido tifón del sur del Mar de las Perlas fue nombrado en su honor) fue capaz de aplastar la ciudadela de los dioses. Cayó a tierra en forma de innumerables piedras brillantes, donde aún hoy yacen, tan numerosas que nadie podría recogerlas todas. En esta época las llamamos Gwen-Petryl, y están esparcidas por todas las costas de la Aventuria.

Sin embargo, los dioses no permitieron por mucho tiempo que esta pérdida quedara sin respuesta, y devolvieron el golpe. Hesinde lanzó grandes y poderosos hechizos, Rahja intoxicó a los gigantes y Phex los rodeó con niebla. Siguiendo el sabio consejo de Nandu y Hesinde, Rondra decapitó al gigante de 300 millas de altura, Rashtul, con su espada hecha de Eternio. El gigante cayó, y ahora yace en el Reino Medio oriental, formando el Muro de Rashtul. El salvaje Ogerón pretendía engullir a la pacífica Travia, pero el cetro solar de Praios lo cortó en mil pedazos (su cuerpo desmembrado formó entonces la actual raza de los siempre hambrientos ogros).

La batalla duró eones, mucho más tiempo de lo que la limitada mente de los humanos pueda comprender. Sin embargo, mientras estaban ocupados, el Sultán de los Demonios vio su oportunidad de apoderarse del mundo indefenso. Envió a sus tropas impías a infiltrarse en cada refugio del mundo desgarrado por la batalla.
El Sultán de los Demonios podría haber tenido éxito si no fuera por Tsa, una gigante pacífica, y la diosa, de temperamento benévolo, Travia. Las dos vieron el peligro y aconsejaron a sus hermanas y hermanos, que dejaran de luchar inmediatamente. La pareja señaló el mal que encarnaba el Sultán de los Demonios y la amenaza que representaba para el mundo. Entonces cesaron su guerra y juntos obligaron al sultán a retirarse de la faz de Dere.

De su ser interior, Praios creó a Ucuri, el primer semidiós, y lo envió a los gigantes. Los dioses y los gigantes se reunieron en la sexta esfera para formar un tratado. Efferd, Firun, Ingerimm, Peraine y Tsa se trasladaron a la tierra de los Alverianos. La ciudadela divina fue reconstruida y seis de los doce dragones, hijos de los gigantes, fueron escogidos para servir como sus guardianes mientras los otros vigilaban la tercera esfera, el mundo.

Lo que es cierto, es que el Culto de los Doce Dioses es la religión más reconocida de Aventuria. Este panteón, asentado en Alveran, está compuesto por doce deidades. El número fijo fue codificado en un Edicto del Emperador Silem-Horas (año 98 antes de la Caída de Bosparán).
Si ademas investigas en las bibliotecas adecuadas, descubrirás que, ya en épocas remotas, el Panteón de los Doce Dioses se definió en base a deidades gyldenlandesas (Praios, Efferd, Travia, Boron, Peraine, Rahja) así como deidades tulamydas (Rondra, Phex, Hesinde, Tsa), deidades enanas (Ingerimm) y thorwalias (Firun). Además de eso, el edicto reconoce más deidades en alianza con los Doce, aunque sólo como semidioses.

Aunque el culto oficial de Rahja es de origen gyldenlandés, los tulamydas ya reverenciaban a Radscha Uschtammar. En el libro “Anales de la Era de los Dioses”, Ingra (Ingerimm), Efferd, Firun, Peraine y Tsa se describen como Hijos de Sumu y los restantes Doce dioses como Hijos de Los. El Innombrable es considerado como el antagonista de los Doce, pero eso es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión...


Esto es por tanto un folclore mas detallado de lo que se cuenta normalmente, y menos dracocéntrico