miércoles, 10 de septiembre de 2025

Los funhouse dungeons

Castillo Xyntillan, así denominado en su presentación original, ha coronado con éxito su campaña de crowdfunding para ser editado en nuestra lengua, gracias a la loable labor de mis amigos de Outremer Ediciones, así convertido en Castillo Xyntillan hoy. Me gustaría señalarles que, el mismo, es ejemplo palmario de un tipo de escenario casi convertido en un epónimo de la vieja escuela —ese estilo de juego hoy denostado y alabado casi en la misma proporción—, y por ende de las primeras versiones del juego que el reglamento de Aventuras en la Marca del Este —entre otros muchos retroclones— emula, me estoy refiriendo a los conocidos como funhouse dungeons.


En propiedad, un funhouse dungeon vendría a ser aquella localización donde la lógica, lo real, el orden natural —recordemos el célebre concepto acuñado por el propio Gygax que hacía referencia a la«ecología del dungeon»— e incluso el equilibrio razonable en lo que toca a las leyes físicas, pasaba a un segundo plano, supeditándose todo a la más pura y salvaje diversión, libre de las ataduras de la realidad. Entre los no pocos ejemplos de mazmorras arquetípicas de este nicho de juego, para aquellos que no estén familiarizados con el concepto, podemos encontrar legendarios módulos como Tegel Manor —si cabe mi preferido—, White Plume Mountain, Castle of the Mad Archmage, Castle
Amber, Dungeonland, The Cursed Chateau, The Ghost Tower of Inverness, Lost Tomb of the Sphinx Queen, Crypt of the Devil Lich entre otros muchos mejor o peor diseñados. Incluso, si me apuran, la no menos mítica Tumba de los Horrores (Tomb of Horrors) sería en propiedad un funhouse dungeon, aunque uno algo más racional por mor de las circunstancias especiales de su muy particular razón de ser, si bien también, como el resto de las mentadas, enfrentada a su manea al naturalismo gygaxiano que el propio autor de la misma preconizaba, si me permiten la expresión. En este tipo de escenarios había dos elementos muy notorios que siempre hacían acto de presencia, en mayor o menor medida: de una parte la preponderancia de lo bizarro, presentándose no pocas salas y encuentros trufados de acertijos, trampas letales de necesidad y puzles enrevesados; y de otra el concurso de un toque de humor algo gamberro. Todo calculado al milímetro con tal de provocar sorpresa, confundir a los atemorizados aventureros y, sobre todo, resultar endiabladamente divertido. Cualquier cosa era posible, nada se marchitaba por la innecesaria tiranía de la lógica. Y es que, ésta, nunca ha sido entretenida, ¡al diablo con ella!

Más allá de la OSR —esos pocos locos que persistimos como si todavía estuviéramos en 1978—, podríamos apuntar sin miedo a equivocarnos, que los funhouse dungeons están de capa caída, su popularidad de otrora desbaratada, incluso entre los entusiastas de la vieja escuela las opiniones están divididas al respecto. Entiendo que muchos narradores prefieran sujetar su impulso creativo a ese naturalismo racional que mentábamos líneas arriba pues, en cierto modo, reviste de seriedad su trabajo, por innecesaria que —la dichosa y maldita seriedad— sea tratándose de un juego.
Sin embargo, como jugadores, también disfrutamos de la total libertad, de esa salvaje, desatada y vehemente imaginación no dirigida por anteojera alguna cimentada en unas reglas naturales
que no terminan de encajar con la fantasía más apasionada y sobrenatural. Somos pocos quizás los que aún gustamos de estas historias, y es por ello que la llegada de Castillo Xyntillan me llena de emoción, y por ello agradezco sobremanera la oportunidad que se me ha brindado para escribir este sencillo epílogo.

Y como yo, puedan ustedes disfrutar —o descubrir por vez primera— este tan particular estilo de juego donde la localización cobra verdadero protagonismo por encima de toda lógica, mostrándose indomable en su volubilidad, en la imprevisibilidad sin límite, en la locura, el humor y la más pura e insolente diversión. Así que los magos locos, los tableros de ajedrez a tamaño real y las salas con gravedad invertida vuelven a estar en el menú, como si ayer fuera hoy. ¡Y gracias a los dioses!

Vayan preparando muchas hojas de personaje de repuesto, porque las van a necesitar.


Pedro Gil, 24 de Agosto de 2023